Los libros acerca de crianza son muy útiles, pero no todas las situaciones se describen en ellos. En este artículo una mamá de un niño de 3 años comparte estrategias que le han servido con los desafíos del día a día.
Soy una mamá que tiene un hijo de 3 años, con todo lo que implica: el cansancio, los berrinches, pero también la dicha y la fortuna de tener a alguien que emana tanto amor.
Si bien los libros sirven mucho para guiarnos y acercarnos a una crianza más respetuosa, hay situaciones que no se describen en ellos, así que acá te quiero compartir lo que a mí me ha funcionado con mi hijo en diferentes situaciones. No significa que sea infalible o que a todos les vaya a funcionar, es mi experiencia y lo comparto desde mi maternidad imperfecta, por si te sirve.
Cambio de pañal:
Cambiarle el pañal a mi hijo cuando él tenía entre 1 y 2 años se parecía más a una escena de lucha libre, parecía que aplicaba llaves de tanto que se movía y daba vueltas. Lo que me funcionó fue hacerlo partícipe del cambio de pañal, darle a él el pañal, las toallitas y la crema y que me las fuera dando conforme se necesitaba.
Tiempo después, cuando llegó la hora de decirle adiós al pañal, descubrí que cambiarlos de pie (cuando ya se paran por su cuenta) los involucra en el proceso, los hace activos, se dan cuenta de qué es lo que sucede y los prepara para el momento de control de esfínteres. Yo no pude aplicarlo porque me enteré tarde, pero si alguno está en la etapa de pañal, cambiar a tu hijo parado es una gran idea.
Recoger sus juguetes:
Desde el inicio, he buscado que mi hijo, al terminar de jugar, recoja sus juguetes, pero, honestamente, ha sido un reto. Él simplemente salía corriendo y se volvía en un berrinche, y yo terminaba enganchada con ese tema. Así que intenté varias cosas, las cuales sirvieron en su momento pero después dejaban de funcionar: cantaba canciones “a recoger, a recoger, todo mundo a recoger, a guardar a guardar cada cosa en su lugar”. Traté también de acompañarlo y decirle que entre los dos lo hiciéramos, apliqué también la de jugar a la canasta y él, al recoger, tiene que encestar en la caja donde corresponde.
Pero lo que más me ha funcionado es decirle que tenemos unos sombreros mágicos; así es, tenía un sombrero de colores de esos que te dan de utilería en las bodas, le dije que ese sombrero era mágico porque nos ayudaba a guardar mejor las cosas. Ahora cuando es hora de recoger, él solito me pide su sombrero mágico. La idea es obviamente que se haga un hábito, en un tiempo ya no necesitaremos el sombrero pero por ahora es todo un éxito.
Lavarse los dientes:
No sé a ustedes pero, para mí, hacer el hábito de lavado de dientes fue un desafío, cada vez que llegaba el momento, lloraba, hacía berrinche, corría o gritaba. Así que lo que más me funcionó fue agarrar otro cepillo y primero cepillar a su peluche, jugábamos a que se lavaba los dientes. Una vez que mi hijo se familiarizó con el cepillo, con la pasta de dientes y que él mismo lo hacía con su peluche, empezar a lavárselos a él fue mucho más sencillo.
No pegar:
Mi hijo es una persona que busca el contacto físico, desde las caricias, los besos, los juegos “rudos” como caballito, los abrazos y hasta pegar. Así que, cuando tenía alrededor de 1.6 años, le dio por relacionarse empujando y pegando a otros niños de su edad, no como una manera de lastimar al otro, sino como una manera de relacionarse y socializar a través del tacto.
Esta situación me incomodaba y quería enseñarle que no se pega. Lo primero que hice fue apartarlo y decirle que eso no se hacía, y que, si lo seguía haciendo, habrían consecuencias. Obviamente cumplía las advertencias pero no funcionó porque no había un aprendizaje real. Además, él no lo hacía por lastimar a otros sino porque le es importante el contacto (eso lo descubrí después).
Así que, lo que hice fue seguir diciéndole que eso no se hacía, pero, esta vez, le mostré lo que sí podía hacer: cuando empujaba a un niño, agarraba su mano, la ponía suavemente en el brazo del otro niño y lo acariciaba diciéndole: “mira, esto sí puedes hacer”.
Al retirarnos de algún lugar:
Cuando los niños están en otro lugar, como el parque o casa de los abuelos, es muy común que no se quieran ir, aplica incluso para salirse de bañar. En parte los entiendo, ¿por qué si están muy a gusto jugando, llega un adulto y de la nada se los lleva? Lo más importante es anticiparles que pronto será hora de irse. Así, cuando ya se acerca la hora de irnos, le digo a mi hijo que en 10 minutos nos vamos, pongo la alarma del celular (si tienen alarma visual es mejor) y, cada cierto tiempo, le recuerdo que, cuando suene la alarma, tendremos que irnos del lugar. Además, le doy ciertas opciones para que él elija, por ejemplo, una vez pasados los 10 minutos le digo que es hora de irnos, si no quiere o se siente enojado, valido sus sentimientos y le digo: “mi amor yo sé que te sientes frustrado porque querías seguir jugando pero ya es hora de irnos (eso no es negociable), en el coche podrás elegir la música que escucharemos”.
Priorizar la conexión a la atención:
Los niños están atendidos, vestidos, comidos y bañados. Lo que buscan no es la atención sino la conexión, no se trata de sólo dejar el celular. Se trata de verlos, escucharlos, sentirlos, jugar, leerlos, en fin, se trata de priorizar el vínculo. Cuando cambié el chip de atención a conexión, la relación con mi hijo fue mejor.
Finalmente, te comparto un tip que me ha ayudado mucho, y se trata de mencionarle a tu hijo la secuencia de las cosas. Es común caer en condicionamientos, por ejemplo, si tu hijo empieza a hacer un berrinche porque quiere un dulce pero no ha comido, es fácil decirle “si comes tu comida te doy un dulce”, en esa frase se está condicionando la conducta, o “si recoges la mesa vamos a jugar”. Cuando la realidad es que esas cosas igual las deberían hacer y estamos perdiendo la oportunidad de enseñarles.
En lugar de condicionar, señala la secuencia de las cosas, por ejemplo, claro que vamos a jugar pero, antes de jugar, hay que recoger la mesa; recuerda que, antes de comer un dulce, comemos la comida; recuerda que, para salir al parque, hay que ponerse un suéter; primero recogemos este juguete (con el sombrero mágico obviamente) y después sacamos el otro.
Espero que estos tips te sirvan o te den ideas alternativas a lo que normalmente haces, compártenos qué otras ideas te han servido en tu trayectoria de la maternidad.