La técnica del semáforo para la regulación del enojo es una gran herramienta para que los niños aprendan a gestionar sus emociones.
El manejo correcto de las emociones es un tema que, como padres, debemos priorizar en todo momento, por eso hoy queremos platicarles de una herramienta que les ayudará a nuestros pequeños a regular lo que sienten y lograr expresarlo de una manera más asertiva.
La técnica del semáforo se enfoca principalmente en las emociones de los niños, ya que en esta etapa su cerebro apenas se está desarrollando y, en ocasiones, no saben qué hacer con lo que sienten.
Lo primero que debemos aclarar es la normalización de las emociones, éstas no son buenas ni malas, ya que todas nos ayudan a enfrentarnos a la cotidianidad de la vida. El enojo, ira o frustración no son la excepción, forman parte de una base evolutiva. Sin embargo, hay que enseñarles a nuestros hijos que sí es válido estar enojados, pero no son válidas algunas conductas que acompañan dicha emoción.
Es fundamental que contemos con los recursos necesarios que nos ayudarán a que nuestros hijos se regulen, por eso recomendamos esta técnica. Las edades más apropiadas para la aplicación de la misma son a partir de los 3 y los 4 años, ya que en esta etapa reconocen el uso correcto del semáforo.
¿En qué consiste la técnica del semáforo?
El principal objetivo es enseñar a identificar la ira para, posteriormente, poder gestionarla de manera asertiva. Es conveniente en momentos de calma hablar sobre qué es la ira y el enojo, cómo se siente, qué pasa en mi cuerpo cuando la siento, normalizar la emoción y hacer énfasis en que está bien sentirla pero no es válido lastimarse o lastimar a los demás. Antes de poner en práctica esta técnica, es importante explicar y repasar cómo funciona el semáforo y para qué sirve. También es importante diseñar uno y tenerlo en casa como estímulo visual para que les ayude cuando se ponga en práctica esta herramienta.
A través de la analogía del semáforo se les enseña lo siguiente:
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Rojo:”¡Para!”
Debe activarse antes de que el niño pierda el control. Ayúdale a entender cómo reconocer lo que siente. Puedes poner en práctica otra estrategia como la de respirar del 1 al 10 para ayudarle a detenerse.
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Amarillo:“¡Reflexiona!”
Este es el momento adecuado para reconocer qué está sintiendo y encontrar posibles soluciones.
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Verde:“¡Avanza!”
Procedan a poner en práctica la solución, busquen alternativas que le ayuden a hacer frente al problema de manera asertiva, sin dañar a los otros.
Para que esta técnica funcione de mejor manera, es importante que nuestros pequeños no sientan en ningún momento la estrategia como castigo. Por lo antes mencionado, recomendamos hacerlo en momentos de calma y practicarlo previamente para que, cuando llegue el momento, el niño sepa aplicarlo. Esta es una herramienta que ayuda verdaderamente a la introspección y autocontrol. Al principio necesitará guía del adulto para reconocer el enojo, poner en práctica la técnica del semáforo, buscar la causa del enfado, así como proponerle soluciones más acertadas, pero, poco a poco, el niño podrá apropiarse del semáforo y ejecutarlo él solo.
Cuando normalizamos las emociones, nos es más fácil experimentarlas y expresarlas, ya que no hay mejor manera de conocernos a nosotros mismos que a través de ellas. Identificar lo que nos pasa nos ayudará en todo momento a actuar en consecuencia y resolver así la cotidianidad del día a día.
Habla con tu hijo del enojo, de qué sensación ocurre en su cuerpo (tal vez le da calor o lo siente en el estómago o en el pecho) y ayúdalo a identificar el “punto de no retorno”, es decir, donde pierde el control; identificando esto, puede detenerse antes de llegar a él.
Puedes acompañar esta técnica con otros recursos y actividades que le ayuden a calmarse y recuperar el control, como activarse físicamente o practicar ejercicios de relajación.