La asertividad es la habilidad de comunicarnos de forma correcta, nos ayuda a transmitir nuestros deseos y expectativas con respeto, sin imponernos ni agredir a los demás, dándonos la herramienta para no quedarnos callados y lograr expresarnos. Es importante porque forja una buena base para la autoestima y las relaciones con los demás; ésta, como todas las demás habilidades, puede aprenderse y practicarse.
Cuando se habla de asertividad, invariablemente se habla de comunicación, ya que, en general, esta habilidad se categoriza de tres maneras: comunicación asertiva, agresiva y pasiva. Comunicar asertivamente nos coloca en el justo medio entre hacerlo pasivamente, es decir, quedarnos callados, aceptando las ideas de los otros sin tomarnos en cuenta a nosotros mismos, lo que deseamos o necesitamos; o bien comunicar agresivamente, es decir, imponer nuestras ideas, querer ganarle a los otros en las discusiones, atacar o herir a los demás en el intercambio de ideas.
La comunicación asertiva nos permite:
- Decir “no” cuando algo no nos hace sentido o simplemente no estamos cómodos.
- Decir lo que pienso sin ofender o agredir a los demás.
- Respetar las diferentes opiniones.
- Escuchar al otro.
- Negociar.
- Evitar el acoso o intimidación.
- Pedir las cosas desde un lugar de calma y serenidad.
Si, como adultos, nos es complicado lograr este tipo de comunicación, imagina lo que es para nuestros pequeños.
Recomendaciones para fomentar la comunicación asertiva en los niños.
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Enseñar con el ejemplo:
Los niños aprenden de las conductas de los padres, es por eso que hay que comenzar modelando esta habilidad. Hagamos una radiografía de cómo nos comunicamos. Estas preguntas pueden servirte de guía para identificar tu estilo de comunicación y empezar a cambiar a partir de ahí:
- Estilo agresivo: ¿interrumpo a los demás?, ¿en ocasiones levanto la voz a mis hijos para que hagan lo que yo quiero?, ¿a veces siento que no sé cómo gestionar mis emociones?, ¿busco resolver las cosas de mis hijos en lugar de que ellos encuentren soluciones?
- Estilo pasivo: ¿me cuesta trabajo decir que no?, ¿en lugar de dar mi opinión suelo aceptar la de los otros?, ¿me guardo mis sentimientos en lugar de hablar de ellos?, ¿me cuestan trabajo los enfrentamientos?
- Estilo asertivo: ¿expreso mis deseos de manera respetuosa aunque sea difícil?, ¿escucho a mis hijos sin interrumpir?, ¿puedo decir que “no” cuando no me siento cómodo con algo?
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Escucha activa:
Relacionado con el punto anterior, los niños deben sentirse escuchados y en un ambiente de confianza. Si se abren con nosotros y nos confían un problema o conflicto, hay que procurar la escucha activa, es decir, mirarlos a los ojos, ponernos preferiblemente a su altura, no interrumpirlos, evitar los distractores como los celulares, televisión o tabletas, hacerles ver que los escuchamos con frases como “aha”, “ya veo”, repetir lo que nos dicen para asegurarnos que entendimos, evitar los juicios y regaños y, sobre todo, fomentar que expresen sus emociones.
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Enseñarle a decir que no:
La asertividad y los límites claros van de la mano y esto comienza desde casa. Poner límites y decirles que no a nuestros hijos de manera tranquila, congruente y firme, también les enseñará a decir que no. Por otra parte, hay que permitir a nuestros hijos mostrar sus desacuerdos y que no tengan miedo de expresar lo que piensan, de esa manera se sentirán valorados al tener en cuenta sus opiniones aunque no las compartamos.
Un niño debe sentir que puede cambiar la situación de su mundo, que tiene injerencia en las cosas que le suceden y que no todo se lo van a resolver. Hay que animarlos a que digan “no” cuando no se sienten cómodos o cuando no comparten esas ideas, siempre desde el respeto y siendo fieles a ellos mismos. Puede suceder, por ejemplo, que en la escuela se enfrenten a compañeros agresivos o que quieran imponer sus ideas, hay que fomentar que puedan poner límites y parar al agresor de forma respetuosa, poder contestar al compañero, retirarse si no se sienten cómodos o incluso buscar a un adulto si lo anterior no funciona.
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No resuelvas sus problemas:
A veces quisiéramos resolver las cosas por nuestros hijos, esto, más que ayudarlos, les transmite el mensaje de “tú no puedes hacerlo”, lo cual impacta en su confianza. Es por eso que, como padres, nuestro rol esencial es acompañarlos y guiarlos, busca que tu hijo identifique el conflicto, que exprese cómo se siente y cómo puede sentirse la otra persona. Hagan una lluvia de ideas de cómo se puede resolver el conflicto, las soluciones que vengan de tu hijo serán más significativas, si no se le ocurren podrías sugerirle ideas, seleccionen la idea más adecuada y finalmente pónganla en práctica.
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Enseñarle a ceder y negociar:
Es verdad que no siempre se podrán hacer las cosas que uno quiere y es justo en la discrepancia que se puede llegar a nuevas alternativas, por ejemplo, podemos enseñarle a nuestro hijo que generen acuerdos con sus compañeros donde hoy se juegue a las escondidillas pero mañana con la pelota, de esa manera se crean espacios donde todos participan. Cuando negociamos con nuestros hijos, les demostramos que son escuchados y que sus ideas y sentimientos son válidos, eso a la vez estrecha el vínculo y les fomenta responsabilidad y autonomía.
Hay que enseñarles a pedir las cosas, decirles que suele funcionar mejor cuando se piden sin gritos ni llantos y que a veces obtendrá un “no” como respuesta, de hecho hay cosas que no son negociables, como asistir a la escuela, pero la verdad es que la única manera de aprender a negociar es practicando. Es importante ser congruentes y firmes, ya que si a veces es un sí y a veces un no ante la misma situación, se pueden generar dobles mensajes que solamente perjudican y confunden a los niños.
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Juego de rol:
Una actividad para practicar la asertividad es a través del juego de roles, entre más se practique más preparados estarán tus hijos para decir que no cuando sea necesario. Cuando ensayamos con ellos cómo resolver los conflictos, podremos identificar qué estilo de comunicación tienen y de qué manera podrían abordar diferentes situaciones cuando se tengan enfrente.