Es común escuchar acerca del apego y de cómo afecta a nuestros hijos, incluso de cómo le afectará en sus relaciones futuras. Pero ¿qué sabemos sobre esto? El apego es un vínculo emocional, se refiere al lazo afectivo que puede unir a una persona con otra. Este vínculo proporciona seguridad y permite recuperar el equilibrio emocional cuando se perturba.
El vínculo de apego se construye de a poco en el intercambio diario y continuo entre el cuidador (los padres) y el niño. Es a partir de la disponibilidad física, emocional, sintonía, empatía, regulación emocional, confianza, incondicionalidad, respeto, intercambio de miradas, sonrisas y juego que se llega a un lazo más amoroso, confiable y placentero, en un ámbito donde los niños pueden sentirse libres, cómodos y desplegarse sin tener que estar alerta o protegiéndose. Una vez que se recibe todo esto, se transforma en capacidades internas hacia uno mismo y los demás. Así pasa, por ejemplo, de haber sido respetado a respetar.
La manera en la que los padres hemos vivido nuestra propia historia vincular se relacionará con la forma en la que nos acerquemos a nuestros hijos, así que criar a un hijo es la oportunidad perfecta para revisar nuestra historia y concientizar la maternidad o paternidad.
Es a partir del apego seguro que podemos tener expectativas positivas de los demás y de nosotros mismos. Nos permite ver el mundo como un lugar de oportunidades, conectarnos y confiar en los demás.
El vínculo de apego se da con una persona especial. La conexión emocional profunda que se arma en el apego implica sentirse sentido por otro: lo que yo siento, la otra persona lo siente, y lo siente porque me conoce y estamos en la misma sintonía.
Es importante mencionar que los niños se apegan a las personas que están cerca de forma estable, aun cuando no les brinden confianza, respeto, disponibilidad ni empatía. En estos casos se generan apegos inseguros. Por lo que si el niño no ha sido comprendido, posiblemente le cueste comunicar asertivamente; si no ha sido regulado emocionalmente seguramente no podrá autorregularse; si no ha sido respetado es difícil que respete a los demás, y que se maneje por el mundo con falta de confianza, buscando protegerse en lugar de crecer.
¿Cómo formar un apego seguro?
Para que se forme el apego seguro se debe responder a las necesidades del bebé, centrarse en ellos y no en lo que los padres necesitan. Esto se da a través de la conexión profunda, de hacer un esfuerzo y tener la actitud para tratar de entender la necesidad específica del bebé en ese momento, de satisfacer sus necesidades y, cuando el adulto acierta a lo que el bebé necesita, hay una respuesta del bebé donde se va dando la conexión.
Tener un apego seguro no equivale a tener al bebé pegado todo el tiempo o amamantarlo durante años, en realidad no hay una fórmula correcta. Más bien tiene que ver con la manera en que los adultos responden a las necesidades del bebé, decodificar el significado de la protesta con una actitud de atención, disponibilidad, flexibilidad y empatía. El objetivo es darles la sensación de sentirse entendidos y no se trata de romantizar la idea; en realidad puede ser muy difícil, el bebé llora y no siempre es claro a qué se debe, no se trata de ser perfectos, sino de, poco a poco, a través de los intercambios entre los cuidadores y el bebé, poder responder y entender.
Cada madre y padre se van volviendo expertos en sus hijos, lo que ayuda a comprender de manera más atinada a los hijos, aunque a veces se ve interferida por los juicios externos, por los comentarios de otros o por las miradas insensibles de los demás, interfiriendo con la intuición, con empatizar, respetar y tratar de entender.
Así que confía en ti, recuerda que es un proceso que se va aprendiendo y que no se trata de no equivocarse, sino de poco a poco entender lo que es mejor para tu hijo en ese momento en particular.