Descubre cuáles son los distintos estilos de crianza, las características de estilos permisivos y agresivos y porqué debe buscarse un estilo más asertivo.
Normalmente criamos como nos criaron, esto debido a que es lo conocido para nosotros, repetimos lo que aprendimos de nuestros padres cuando éramos pequeños. En ocasiones, nos vamos al extremo, si fueron muy duros con nosotros, entonces hacemos lo contrario.
El problema de lo anterior es que la forma en la que nos criaron a nosotros no necesariamente es la mejor, nuestros padres nos criaron para una época que ya no existe y nuestro deber como padres es preparar a nuestros hijos para los tiempos de ahora, no del pasado.
¿Ser padres flexibles o estrictos?
Es común ver entre las familias actitudes extremas de crianza, por un parte agresivas y por otra pasivas. Lo ideal es buscar un punto medio, un estilo más asertivo.
En un extremo están los padres inflexibles, con reglas y normas intransigentes, en ocasiones, usando el castigo físico para disciplinar, buscando sobre todo la obediencia. Suelen utilizarse los premios y castigos que condicionan las conductas de los niños pero no les deja ningún aprendizaje. Es decir, los niños obedecen por el temor al castigo o a la reacción del adulto. En este estilo, se imponen límites recurriendo a la rudeza innecesaria y existe el temor de no poder controlar la conducta de los hijos y por eso se actúa con control excesivo. Puede resultar en niños agresivos y rebeldes o sumisos.
En el otro extremo, están los padres demasiado blandos, permisivos, sin reglas, sobreprotectores y que tienen la creencia que lo más importante es demostrar cariño a sus hijos. La realidad es que la sobreprotección también es desprotección y puede desencadenar en niños poco tolerantes a la frustración o que se paralizan ante la toma de decisiones. En este estilo de crianza, los papás hacen las cosas por los hijos, no hay reglas claras y se usa el chantaje emocional, los padres tienen miedo de que el hijo se traume y ceden ante los caprichos y berrinches. En general, no se resuelven las cosas y propicia a que los niños no sepan cómo resolver las cosas más adelante.
Finalmente, se encuentra el punto medio: un estilo de crianza asertivo donde se equilibra la firmeza y la benevolencia. Donde los límites son claros y firmes pero se permite la flexibilidad y donde los niños saben qué esperar de los adultos. En este estilo de crianza se toman en cuenta las emociones y expresiones de los demás a través de la comunicación asertiva y los procesos de negociación. No se lastima a las personas pero sí se atacan los problemas. Los adultos significativos suelen ser claros, consistentes y congruentes en su forma de actuar.
Vidal Schmill en su libro ‘Disciplina Inteligente’ sugiere lo siguiente para acercarse a una disciplina más asertiva:
- Sé congruente con tus acciones.
- Trata de ser consistente.
- Escucha más. No interrumpas para dar tu opinión o regañar.
- Emite tus opiniones aclarando que son sólo opiniones.
- Clarifica los valores prioritarios de la casa y las reglas que de ellos deriven. No corrijas según tu humor del día o el momento. Si algo no está permitido no cedas porque estás de buenas. Si algo está permitido, no lo prohibas sólo porque estás de malas.
- Refuerza las habilidades de tus hijos no sus inhabilidades.
- Ten paciencia para que tus hijos hagan las cosas a su propia manera y no como tú esperas que lo hagan.
- No le pegues ni ofendas, no te burles de él ni lo insultes.
- Muestra tu afecto de manera clara y sin condiciones.
- No lo manejes con chantajes o culpándolo.
Schmill añade: “trátalos como personas capaces de resolver sus propios problemas y enfrentar sus propios retos de acuerdo a sus respectivas edades y notarás un verdadero crecimiento”.
